11 de septiembre de 2011

Otro Septiembre y nosotros acá...

Le dije que si y desarrollé los términos y condiciones.
Aunque en realidad, no eran condiciones para él, eran excusas que aliviaban mi culpa.

Nada que preste a confusión, nada de abrazos largos, nada de besos, nada de frases románticas, nada de amor.

Así, mis excusas y yo fuimos muy seguras a su encuentro. Quise creer que con ellas iba a ser suficiente. 
Eran 14.30, en Corrientes y Pueyrredon. Estaba soleado, con esa temperatura que te hace dar ganas de salir a dar un paseo por algún parque.
Lo vi. Estaba esperando a que el semáforo cambie a verde para cruzar la calle.
Lo vi y no dudé. No quiero confunsiones, le habia dicho. No habia manera de que me sintiera confundida: apenas lo vi tuve clarísimo que lo amaba, y que era con él con quien quería estar, compartir las tardes agradables como aquella, las tormentosas, las noches calurosas con mosquitos molestos y esas otras en las que no se acepta otra cosa mas que dormir en los brazos del otro. Me di cuenta de que no habia persona de quién yo fuera más.

Y como si aquellas codiciones nunca hubieran sido mencionadas y aceptadas, me dijo:
- Te puedo abrazar?
- Si

Y fuimos esos que hacia dos meses esperaban ese abrazo, esos que no se imaginan la vida sin el otro, esos que se desean, esos que se extrañaron todos los dias que no se vieron, esos que hace dos años no pueden dejar de tocarse... fuimos nosotros, los de siempre.
Me soltó. Y dije Más

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